Critica

Critica: Arte de juzgar de la bondad, verdad,y belleza de las cosas.

domingo, 29 de julio de 2012

Retrato del Fondo Monetario Internacional

Funcionario del Fondo Monetario Internacional renuncia del organismo y en su carta de renuncia hace un retrato clarisimo del FMI: Peter Doyle,  responsable de Suecia, Dinamarca e Israel en el Departamento Europa del Fondo Monetario Internacional.

 En su carte textualmente dice me avergüenza toda relación con el FMI. No solo por su incompetencia ante la crisis global, expuesta solo parcialmente por el informe de la OIA, así como por el informe TSR en relación con el seguimiento previo a la crisis de la zona euro. Sino sobretodo porque los problemas sustanciales de estas crisis, como los de otras, fueron identificados mucho antes de que se produjeran, pero fueron negados en el FMI. Dados los largos períodos de gestación y la lentitud en el proceso de toma de decisiones internacionales para hacer frente a estos desafíos globales, era esencial advertir a tiempo y de manera sistemática y continuada sobre estos peligros. En este sentido, el fracaso del FMI a la hora de hacerlo supone un fracaso de primer orden, incluso si esas advertencias no hubieran sido tenidas en cuenta. Las consecuencias implícitas suponen sufrimientos para muchos (y lo peor aún esta por venir) incluyendo Grecia, que la segunda divisa de reserva global esté al borde del precipicio, y que durante los últimos dos años el FMI haya fracasado a la hora de seguir y jugado un papel meramente reactivo en los esfuerzos desesperados para salvar al euro en última instancia.

Doyle señala que el control político del Fondo por EE UU y la UE contamina toda la labor profesional del mismo, hasta el punto de bloquear el cumplimiento de sus objetivos básicos. Como ha señalado el Premio Nobel de economía Stiglitz -que en su día dimitió de la vicepresidencia del Banco Mundial por razones similares-, las instituciones financieras internacionales, inicialmente creadas bajo un esquema keynesiano de impulso de la economía mundial mediante transferencias norte-sur, han sido secuestradas desde los años 80 por la élite neoliberal como instrumento central de aplicación de unas demenciales políticas de ajuste que priorizan el pago de la deuda externa a los acredores del norte.
La carta de Doyle tiene el interés de ser un documento interno de gran valor que pone una vez más de manifiesto todas estas contradicciones de las instituciones internacionales del catastrófico capitalismo contrarreformado de nuestro tiempo. Redacción de SinPermiso.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=153728

sábado, 28 de julio de 2012

Evita y el Che:
 http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-199772-2012-07-28.html

Hablar de Evita es como hablar del Che, porque los dos tuvieron esa decisión casi brutal de decir lo que se piensa y hacer lo que se dice. O sea todo lo contrario a la hipocresía.
Cuando vemos la careta de la sociedad, siempre nada es lo que parece. Por ejemplo decir que se está de acuerdo con algo y hacer lo contrario. Cuando la hipocresía se convierte en la matriz de un sistema de funcionamiento social quiere decir que se ha podido divorciar la palabra de la vida. Se ha podido lograr así que la palabra no comprometa, que tome un camino independiente al que toma el que la pronuncia. En esa disociación está la base de una sociedad hipócrita.

Por eso habrá siempre una fuerte atracción de los jóvenes hacia los referentes que demuestran que dicen lo que piensan y hacen lo que dicen. Hacia los que asuman un pacto entre las palabras y el hacer al punto en que ambos serán lo mismo. Es casi el examen más difícil que deberán soportar los referentes que quieran atraer a la juventud. Esa puede ser parte de la explicación del poderoso magnetismo que han sentido varias generaciones hacia las figuras de Evita y del Che. Ellos fueron jóvenes, desinteresados, apasionados, justicieros, mártires de sus causas y además totalmente transparentes, se los puede reconocer a través de lo que dicen y de lo que hacen, no ocultan cosas en el clóset ni en la trastienda, son iguales a sí mismos por el lado que se los mire.
Aunque parezca un contrasentido, seguramente para ser así sus personalidades deberían ser bastante complejas, además de intensas. Pero la complejidad es una cosa y la hipocresía es otra. Si eso opera en sus personalidades, funciona igual sobre la realidad.
Entre todos los aspectos parecidos entre las figuras de Evita y el Che –que seguramente se hubieran sacado chispas entre sí de haberse conocido– está por supuesto esa imagen de llamarada justiciera, pero al mismo tiempo, así como Evita reconocía la conducción de Perón, el Che tenía muy claro, y lo repetía una y otra vez en sus discursos, que la conducción de la revolución cubana era Fidel. Y lo repitió más todavía en su mensaje de despedida, cuando se alejó para iniciar su proyecto continental, una carta que fue leída por el mismo Fidel para que ese alejamiento no fuera usado como un desplante del Che a la revolución.
Desde la contrarrevolución se ha tratado también de separar y oponer la figura del Che con la de Fidel a partir de las diferencias y discusiones que seguramente tenían como sucede en los procesos de la realidad. Por eso el Che se preocupaba siempre por dejar en claro su respeto al lugar de Fidel.
“Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti en los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario”, le dice en esa carta el Che a Fidel y más adelante destaca el orgullo que sintió junto a Fidel y el pueblo cubano durante la crisis de los misiles.
En esas frases, que a muchos les podrán parecer sobreactuadas, está esa misma evaluación del militante político sobre la importancia del proyecto colectivo por encima de lo individual, así como la necesidad de mantener la fuerza de masas como condición indispensable para sostener el proceso revolucionario y la función casi irreemplazable en esa tarea que tiene el constructor y líder de esa fuerza.
En todo caso, esa complejidad en Evita y el Che, en procesos tan diferentes pero con cargas parecidas, los enaltece aún más en la inteligencia de reconocerse como parte de procesos colectivos que van más allá de sus suertes individuales y que en esos procesos hay roles diferentes, incluso más importantes que ellos mismos.