
Con demasiada frecuencia, tanto las personas como las sociedades creen que hacerse mayor es un engorro y no un triunfo. Un desafío lleno de oportunidades adecuadas a nuestra edad y capacitaciones. Nuestra experiencia personal, familiar, académica, profesional, laboral y de toda índole puede ayudar a muchas personas de todas las edades.
No se trata de añadir años a la vida, sino de vivir el tiempo que tenemos ante nosotros con plenitud y satisfacción. mantenernos activos, despiertos y capaces de compartir conocimientos y habilidades.
Tener 60 años es tener dos veces 30 años; es entonces reconocer la
densidad y riqueza del ayer y lo frágil y precario del mañana; es
estar dispuesta a vivir intensamente la década que se abre es ya no posponer los sueños
y hacerlos realidad en la medida de lo posible.
Es alegrarse al despertar, es conocerse a
fondo y poder, por fin, dialogar con su cuerpo, conocer los caprichos
de su digestión, los ritmos de su corazón, la capacidad de sus
pulmones y la susceptibilidad de sus articulaciones en tiempos de
lluvia.
Tener 60 años es conversar con la soledad y nunca sentirse sola con
ella. Tener 60 años es ya no pedir permiso a nadie para cumplir un
viejo sueño,
Tener 60 años es asombrarse de lo que ha logrado
Tener 60 años es entender el misterio de la vida y empezar a confrontarse con la muerte, sin temor ni tristeza porque está ahí asomándose, tímidamente pero inexorablemente. Tener 60 años es empezar a despedirse demasiado temprano, siempre demasiado temprano, de buenos amigos o amigas. Tener 60 años es tener dos veces 30 años, o sea mucha juventud acumulada. Hoy, doy la bienvenida a mis recién inaugurados 60 años.
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