La confrontación en la campaña no gana votos
Una campaña electoral es una competencia, es una pugna entre varios candidatos que ambicionan dirigir el país. En una elección: ganar no es lo más importante, es lo único importante.
El objetivo de una campaña es conquistar el poder, imponerse en la elección enfrentando a otros candidatos y venciéndolos. Esto es obvio, pero no se vale so pretexto de triunfar, hacer de la campaña electoral una batalla campal donde las cosas se salen de control, reina la descalificación y en las redes sociales proliferan los insultos y las noticias falsas.
Una cosa es la denuncia: dar a conocer a los electores información para demostrar que el adversario representa un peligro si gana las elecciones, y otra es hacer campaña sucia. Lo primero es legítimo. Si hay pruebas que un candidato ha cometido algún delito, es necesario que se ponga en evidencia. Ahora bien que la denuncia sirva para ganar votos, eso es discutible.
Nadie gana con ataques: los salvadoreños estamos hartos del circo, de la campaña electoral como espectáculo, del estilo de confrontación, para hacer campañas electorales. El malestar de la gente con las peleas es claro, los electores están fastidiados de los insultos.
Cuando un político acusa a otro de algo, la gente no cree ni en el que ataca, ni en el que es atacado. En muchos casos, cuando dos candidatos se enfrentan de manera bestial, los electores prefieren rechazar el pleito. Pero parece que los candidatos no se percatan que la gente rechaza los ataques y contraataques que se hacen.
Señores candidatos los ciudadanos lo que quieren oír es propuestas, algo positivo que dé confianza, que las condiciones de vida van a mejorar. No broncas. No nos engañemos, La confrontación es mal vista.
Cuando un partido se angustia porque en todas las encuestas aparece su adversario como el ganador, parece lógico que se decida por el ataque. Un modelo muy usado de confrontación es el del bueno y el malo. El bueno de la campaña es cero pleitos, abraza a niños, sonríe a los ancianos y el malo aparece insultando, atacando de manera furibunda. Esto no funciona. No se debe olvidar que la credibilidad es el principal activo de un político y ésta se pone en riesgo cuando un dirigente se dedica a confrontar.
Señores candidatos compórtense de manera democrática. Lo mejor que pueden hace es dar a conocer y desarrollar sus ofertas electorales, donde estén propuestas viables, para resolver los principales problemas del país.
Las campañas negativas debilitan la democracia, no es cierto que las campañas sucias, los rumores, las mentiras estimulen a la población a participar en política. Las personas terminan por prescindir de la política por la agresividad permanente de unos en contra de otros.
Faltan 67 días para la elección. En medio están las vacaciones de navidad y fin de año. Para todos los efectos la campaña ya entró en su recta final. Hay que hablar las cosas como son: los candidatos participan en una elección para ganar, es lo normal, pero eso no significa que insulten, mientan y falten a la ética. Es urgente hacer un llamado a que paren los ataques, la confrontación es inútil.
Los candidatos y sus partidos no deberían perder el tiempo haciendo campañas sucias. Insistir en la confrontación es absurdo, además de torpe. Pretender ganar una elección tratando de señalar que su adversario es malo no es rentable electoralmente. No gana votos.
La política de ataques indiscriminados llevará al candidato y al partido que insista en hacerla a perder las elecciones. El activismo en la campaña electoral debe tener solo dos objetivos específicos: ganar votos o quitar votos a los adversarios. Señores candidatos comprendan que sí, con un ataque, no van a conseguir más votos, no deberían atacar. Se trata de aritmética elemental, los candidatos deben generar hechos políticos que sumen y multipliquen votos y evitar toda acción o propaganda que reste o divida.
Parece elemental, pero a muchos políticos les resulta difícil comprender que los ciudadanos buscan elegir a sus mandatarios no para que se dediquen a la confrontación, a la crítica o a satisfacer sus pasiones, sino para que les sirvan y los ayuden a vivir mejor. La mayoría de los ciudadanos tiene poco interés por los enfrentamientos. No se dedican a la política.
El objetivo de una campaña es conquistar el poder, imponerse en la elección enfrentando a otros candidatos y venciéndolos. Esto es obvio, pero no se vale so pretexto de triunfar, hacer de la campaña electoral una batalla campal donde las cosas se salen de control, reina la descalificación y en las redes sociales proliferan los insultos y las noticias falsas.
Una cosa es la denuncia: dar a conocer a los electores información para demostrar que el adversario representa un peligro si gana las elecciones, y otra es hacer campaña sucia. Lo primero es legítimo. Si hay pruebas que un candidato ha cometido algún delito, es necesario que se ponga en evidencia. Ahora bien que la denuncia sirva para ganar votos, eso es discutible.
Nadie gana con ataques: los salvadoreños estamos hartos del circo, de la campaña electoral como espectáculo, del estilo de confrontación, para hacer campañas electorales. El malestar de la gente con las peleas es claro, los electores están fastidiados de los insultos.
Cuando un político acusa a otro de algo, la gente no cree ni en el que ataca, ni en el que es atacado. En muchos casos, cuando dos candidatos se enfrentan de manera bestial, los electores prefieren rechazar el pleito. Pero parece que los candidatos no se percatan que la gente rechaza los ataques y contraataques que se hacen.
Señores candidatos los ciudadanos lo que quieren oír es propuestas, algo positivo que dé confianza, que las condiciones de vida van a mejorar. No broncas. No nos engañemos, La confrontación es mal vista.
Cuando un partido se angustia porque en todas las encuestas aparece su adversario como el ganador, parece lógico que se decida por el ataque. Un modelo muy usado de confrontación es el del bueno y el malo. El bueno de la campaña es cero pleitos, abraza a niños, sonríe a los ancianos y el malo aparece insultando, atacando de manera furibunda. Esto no funciona. No se debe olvidar que la credibilidad es el principal activo de un político y ésta se pone en riesgo cuando un dirigente se dedica a confrontar.
Señores candidatos compórtense de manera democrática. Lo mejor que pueden hace es dar a conocer y desarrollar sus ofertas electorales, donde estén propuestas viables, para resolver los principales problemas del país.
Las campañas negativas debilitan la democracia, no es cierto que las campañas sucias, los rumores, las mentiras estimulen a la población a participar en política. Las personas terminan por prescindir de la política por la agresividad permanente de unos en contra de otros.
Faltan 67 días para la elección. En medio están las vacaciones de navidad y fin de año. Para todos los efectos la campaña ya entró en su recta final. Hay que hablar las cosas como son: los candidatos participan en una elección para ganar, es lo normal, pero eso no significa que insulten, mientan y falten a la ética. Es urgente hacer un llamado a que paren los ataques, la confrontación es inútil.
Los candidatos y sus partidos no deberían perder el tiempo haciendo campañas sucias. Insistir en la confrontación es absurdo, además de torpe. Pretender ganar una elección tratando de señalar que su adversario es malo no es rentable electoralmente. No gana votos.
La política de ataques indiscriminados llevará al candidato y al partido que insista en hacerla a perder las elecciones. El activismo en la campaña electoral debe tener solo dos objetivos específicos: ganar votos o quitar votos a los adversarios. Señores candidatos comprendan que sí, con un ataque, no van a conseguir más votos, no deberían atacar. Se trata de aritmética elemental, los candidatos deben generar hechos políticos que sumen y multipliquen votos y evitar toda acción o propaganda que reste o divida.
Parece elemental, pero a muchos políticos les resulta difícil comprender que los ciudadanos buscan elegir a sus mandatarios no para que se dediquen a la confrontación, a la crítica o a satisfacer sus pasiones, sino para que les sirvan y los ayuden a vivir mejor. La mayoría de los ciudadanos tiene poco interés por los enfrentamientos. No se dedican a la política.
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