En la actividad entre partidos se puede admitir que la confrontación se vea como normal, la verdad es que es así, como se maneja el juego político. Pero una cosa es aceptar que la confrontación es de la esencia de la política y otra someterse a la confrontación estéril.
La que sirve, es la confrontación que da resultados, ofrece soluciones. Está claro que se debe confrontar. Pero lo que no se vale es el juego de la confrontación estéril, pues un ambiente enrarecido solo lleva a un callejón sin salida, a una política sin sentido, que es nefasta porque no permite sacar adelante a El Salvador.
Una confrontación productiva puede posibilitar concretar acuerdos básicos de nación y dar lugar a la elaboración de políticas de Estado que son las que perduran más allá de un gobierno.
Insisto: La confrontación estéril no sirve: interfiere o paraliza la gestión pública, y contribuye al desencanto de la ciudadanía. Hay que tener en cuenta que la confrontación estéril y la polarización no van a desaparecer por si mismas o por el mero paso del tiempo o mucho menos por hacer llamados en abstracto a la no polarización; se necesita un plan ciudadano para combatirla y derrotarla y se tiene que elaborar pronto.
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