Todos tenemos derecho a ganarnos la vida honradamente, el trabajo es el principio de la dignificación de la persona. Tomar en cuenta esto, es básico, para analizar de manera seria el problema de la informalidad en las aceras. Es necesario tener claro que el desalojo y la violencia no son la solución permanente a las ventas callejeras.
No debemos olvidar que el sector informal es el resultado de la falta de oportunidades de empleo digno, que es la consecuencia perversa, de un capitalismo salvaje, que genera pobreza y no da oportunidades. Vender en la calle pues, es producto de la necesidad: es el efecto del hecho, que las personas presionadas por el deseo de sobrevivir y sacar adelante a sus familias se ven obligadas a vender en las aceras del centro de San Salvador.
Al buscar una solución responsable al comercio ambulante, se debe de tomar en cuenta que se necesitan conciliar cuestiones como: el derecho de los ciudadanos al uso del los espacios públicos, como las aceras, y el derecho de los vendedores a realizar un trabajo, y comprender a los vendedores callejeros y también comprender a los dueños de almacenes que ven al vendedor de la acera como una competencia desleal y entender todos, que el comercio de la calle, genera anarquía, y desorden: esto debe aceptarse para salir adelante. Pero, ojo, el sector informal, no se debe satanizar y condenar con análisis y medidas superficiales. Se deben buscar salidas viables que permitan que el país avance en la dirección del desarrollo.
Lo que se debe hacer es diseñar políticas públicas encaminadas a dar apoyo real y efectivo a estas personas porque tan válido es vender un producto en una acera como vender un producto en una cadena de supermercados, el procedimiento es básicamente el mismo, y detrás de las dos situaciones, hay seres humanos con una gran capacidad para el negocio, por tanto, no se debe desconocer el inmenso potencial que tienen los trabajadores informales para hacer negocios, para crear empresas.
Debemos pensar y actuar con mentalidad emprendedora, pues es propio de un emprendedor, convertir algo negativo en positivo, convertir un problema en una solución, y es precisamente lo que hacen a diario los miles de salvadoreños/as que se rebuscan en la informalidad, el Alcalde no se ha dado cuenta de esta realidad, y ojala que un día se dé cuenta, de que lo que por años se ha considerado un problema, bien podría ser una solución.
Es hora de mirar con otros ojos a los vendedores de la calle. Y empezar a respetarlos como personas, que buscan con su trabajo salir adelante y diseñar soluciones que contengan aspectos tanto económicos, como sociales y legales, los cuales ayuden a garantizar la integración de la economía informal con el desarrollo nacional.
Dichas políticas no deben ser creadas sólo por los gobiernos, sino también con la ayuda de los participantes de la economía formal e informal, y tener en cuenta sus necesidades.
Debo señalar que en Ciencias Sociales uno sabe como comienzan las dinámicas sociales, pero nadie sabe como terminaran: en la dinámica social generada, por los desalojos, ya hay reacciones: una granada fue lanzada contra el cuartel de los agentes municipales, esperemos que se pueda utilizar toda la sabiduría para resolver esta situación, en la que la última palabra no la tiene el Alcalde, la tenemos todos.
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