La violencia, la delincuencia y la descomposición social en las que
está sumido el país desde hace más de una década son imparables y afectan a
toda la población, pero resultan particularmente dolorosas cuando sus víctimas
son personas vulnerables. Es el caso de las mujeres y de los niños, quienes
padecen agresiones físicas, sicológicas, sexuales y económicas, violencia
doméstica y también, claro, desaparición forzada, tortura y asesinato,
particularmente los feminicidios.
Es decepcionante que el gobierno sea
incapaz de protegernos de todas las formas de violencia, desde la doméstica
hasta la que despliega la delincuencia organizada, indigna el que no logre ni siquiera
preservar la integridad física y sicológica de quienes se encuentran en una
posición más vulnerable en razón de su edad.
Es necesario conocer la posición de los
candidatos a la presidencia ante toda suerte de maltratos, abusos y agresiones
que sufren los salvadoreños. Si partidos políticos no logran asumir la
dimensión de este problema, hacerle frente y empezar a proponer medidas para
combatirlo, estaremos, condenados a vivir en un país que no es viable.
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